
Reseña de El árbol generoso, de Shel Silverstein
Quiero reseñar este álbum ilustrado porque considero que no es un libro para niños, sino para adultos. Y es que El árbol generoso, de Shel Silverstein, no guarda dentro de sí una micra de esperanza; es demoledor, una crítica feroz a nuestra relación con la naturaleza, y tampoco hay un atisbo de confianza en el ser humano.
Una vez más reseño un libro que nos habla de la relación del ser humano con la naturaleza, como hice con el libro de Koko, una fantasía ecológica, pero la diferencia es que aquel era un libro lleno de esperanza y confianza en el ser humano, y este que reseño hoy es un libro con un mensaje muy duro y falto de esperanza
Ficha del libro
Título original: The Giving Tree (El árbol generoso)
Autor: Shel Silverstein
Escrito en 1964
Género: álbum ilustrado
De esta edición:
Kalandraka Editora
Segunda edición: noviembre 2017
Colección Libros para soñar
Traducción: Miguel Azaola
Sinopsis
Un niño y un árbol se aman. Todos los días va a visitarlo y a jugar entre sus ramas y comer sus manzanas y el árbol es feliz. Cuando el niño se hace mayor apenas le visita, pero conforme le van surgiendo distintas necesidades, el hombre le pide y el árbol va dándose poco a poco hasta terminar siendo un tocón. Y siempre está feliz de dar.
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El árbol generoso
El árbol generoso habla de la relación del hombre con la naturaleza. Ya desde niño, el ser humano se hace dueño de los frutos de la naturaleza y hace uso de ellos para su deleite. Ya desde niño apunta maneras cuando juega a ser el rey del bosque, en vez de un compañero o uno más. Pero es verdad que quizá en la infancia, sí hay una verdadera relación de amor.

Pero el niño, que durante todo el cuento se nombra así, como niño, crece y rompe la conexión. Entonces empiezan a surgir nuevas necesidades que ya no están alienadas con la naturaleza, pero que, para obtenerlas, se sirve de ella: la necesidad de dinero, de una casa, de un barco, de un lugar donde descansar…
El niño pide y el árbol generoso le da manzanas para que las venda, ramas para construirse una casa, el tronco para construirse un barco… El árbol es feliz siempre, y esto nos habla de la naturaleza que es generosa a raudales, abierta, disponible.
El niño de El árbol generoso
El niño, cuando crece, provoca rechazo, porque en él no hay un atisbo de sentimiento. Él solo se relaciona con el árbol para pedir. Pide y toma y no hay agradecimiento, calor, afecto. En ningún momento hay consciencia.
El final del libro
El final de El árbol generoso es demoledor. Una vez más, el niño, anciano ya, pide, cuando del árbol solo queda un tocón; pide un lugar donde descansar. Y una vez más, el árbol le ofrece el tocón para que descanse y se siente feliz de poder servirle. Y fin. No hay conciencia, en el niño, de todo lo que ha perdido, de la destrucción que ha llevado a cabo a lo largo de su vida. No hay reconciliación, no hay nada. Simplemente se acaba. Es demoledor.
Shel, que también era ilustrador, ha ilustrado El árbol generoso con una estética muy sencilla, en blanco y negro. Para echar un vistazo a la página de Shel Silverstein, pincha aquí.
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